Nuevo curso para formar a traductoras de cartas de apadrinamientos
© Bárbara Delgado A. / FVF
- El curso de español, dirigido principalmente a mujeres casadas de Anantapur, tiene como objetivo facilitar el acceso a un empleo estable y de calidad.
13.04.2018
La Fundación Vicente Ferrer, en compromiso con la promoción de mujeres en el mundo laboral, pone en marcha un nuevo
curso de español para ampliar la plantilla de traductores y traductoras
encargada de las cartas entre niños apadrinados y sus padrinos. “En la actualidad, el departamento cuenta con 46 traductores y traductoras, pero necesitamos más”, explica el director del Departamento de Apadrinamientos, Thippyswammy. “Un
total de 33 personas solicitaron el curso y aceptamos a 28, 22 mujeres y
6 hombres. Según sus notas y asistencia, se seleccionarán un total de
20 personas”, añade.
Durante seis meses, los estudiantes reciben una formación intensiva de cinco horas diarias impartida por dos profesoras voluntarias. “Completaré el curso porque, además de ser una gran oportunidad para trabajar y aprender un nuevo idioma, las profesoras hacen que las clases sean muy dinámicas y divertidas”, asegura Padma, una de las alumnas que, al igual que sus compañeras, recibe dos mil rupias mensuales por asistir al curso.
Según Typpyswammy, “el objetivo de financiar el curso es facilitar que las mujeres aprendan y luchen contra las limitaciones que a menudo les imponen sus propias familias”.
Shakila es una de las alumnas del curso, a sus 26 años decidió apuntarse para poder conseguir un empleo estable que le permita garantizar una buena educación a sus dos hijas. El joven Ramana, por su parte, se apuntó al curso por un motivo muy distinto. “Estoy graduado en contabilidad, pero quiero trabajar como traductor porque yo mismo fui un niño apadrinado. Me gustaría devolver esa ayuda que me prestó la Fundación y creo que esta es la mejor forma”.
Carla Serra, profesora voluntaria, destaca la capacidad de aprendizaje de las alumnas y los alumnos. “Se sentaban juntos para ayudarse e incluso se llamaban los días de fiesta para hablar en castellano”. Maria Martos, otra de las profesoras, añade que “ver como personas que habían dejado de estudiar hace años, muchas de ellas amas de casa, han llegado a aprender español y son capaces de traducir cartas en tan poco tiempo es sin duda admirable”.
Una vez superada la formación, empieza el proceso de selección. “Una veintena tendrán un contrato de cinco años. Durante los tres primeros seguirán acudiendo a clases de español”, añade el director del Departamento de Apadrinamientos. Además de traducir cartas, el equipo de traductoras y traductores se encarga de organizar y guiar las visitas de los padrinos. “Cada vez son más los que se animan a visitar a las niñas y niños apadrinados, sobre todo durante los meses de verano”, comenta Thippyswammy.
Texto: Bárbara Delgado A.
Durante seis meses, los estudiantes reciben una formación intensiva de cinco horas diarias impartida por dos profesoras voluntarias. “Completaré el curso porque, además de ser una gran oportunidad para trabajar y aprender un nuevo idioma, las profesoras hacen que las clases sean muy dinámicas y divertidas”, asegura Padma, una de las alumnas que, al igual que sus compañeras, recibe dos mil rupias mensuales por asistir al curso.
Según Typpyswammy, “el objetivo de financiar el curso es facilitar que las mujeres aprendan y luchen contra las limitaciones que a menudo les imponen sus propias familias”.
Shakila es una de las alumnas del curso, a sus 26 años decidió apuntarse para poder conseguir un empleo estable que le permita garantizar una buena educación a sus dos hijas. El joven Ramana, por su parte, se apuntó al curso por un motivo muy distinto. “Estoy graduado en contabilidad, pero quiero trabajar como traductor porque yo mismo fui un niño apadrinado. Me gustaría devolver esa ayuda que me prestó la Fundación y creo que esta es la mejor forma”.
Carla Serra, profesora voluntaria, destaca la capacidad de aprendizaje de las alumnas y los alumnos. “Se sentaban juntos para ayudarse e incluso se llamaban los días de fiesta para hablar en castellano”. Maria Martos, otra de las profesoras, añade que “ver como personas que habían dejado de estudiar hace años, muchas de ellas amas de casa, han llegado a aprender español y son capaces de traducir cartas en tan poco tiempo es sin duda admirable”.
Una vez superada la formación, empieza el proceso de selección. “Una veintena tendrán un contrato de cinco años. Durante los tres primeros seguirán acudiendo a clases de español”, añade el director del Departamento de Apadrinamientos. Además de traducir cartas, el equipo de traductoras y traductores se encarga de organizar y guiar las visitas de los padrinos. “Cada vez son más los que se animan a visitar a las niñas y niños apadrinados, sobre todo durante los meses de verano”, comenta Thippyswammy.
Texto: Bárbara Delgado A.
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